lunes, 1 de febrero de 2010

Resolución de conflictos

Ella se abalanzó sobre mí, "no llores, no pasa nada". Me pidió que me exugara las lágrimas y le obligó a disculparse. Él, todavía con su sonrisa maléfica, dijo las palabras mágicas: "Perdónnnnn". A partir de ahí, nada pude comprender: me obligan a darle la mano, después un abrazo y a que le invitase a jugar juntos con el coche que me devolía roto después de habérmelo quitado a puñetazos. Yo seguía entre sollozos reclamando justicia, pero la respuesta era: Ya te ha perdido perdón!! Qué más quieres?!

Y, sinceramente, no sabía lo que quería. El coche... estaba roto, tampoco me hubiese consolado que me lo devolviese intacto. Cony! Es que me había quitado algo que es mío y ahora debía de mostrar gratitud por recuperar lo que me devuelve porque ya no consigue enfadame. ... lo que sí no quería era sentirme así de gilipollas.

Ahora lo llaman juicio rápido.

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