miércoles, 17 de julio de 2013

Santos, héroes, poetas



Crónicas del Alba

Una película que me hizo añorar la infancia cuando todavía era niña. No podría calcular las veces que la he visto. Mi sobrina, antes de saber leer, la recitaba enterita a media lengua mezclándola con sus juegos.

Es maravilloso estar en lugares que conociste a través del cine, mágico, reconocer en la gran pantalla tus propios escenarios. Podría ser cualquier pueblo, pero es Albarracín. De rodillas en la plaza, un Anthony Quinn con sotana juega a canicas con Jorge Sanz, interpreta el papel de figura de referencia para el joven Garcés, un incipiente educador social que por aquel entonces estaba vinculado a la iglesia. En aquellas calles por donde corre Valentina de la mano de Pepe dibujaba mis lunetas, me desconchaba las rodillas y rompía zapatos. Aquella canción sin letra es la música de mis recuerdos, retumba en mi cabeza cada vez que vuelvo allí y me devuelve la inocencia con la que viví aquellos años. Este verano, pasear por sus calles de la mano de un gran amor de juventud me ha hecho muy-muy feliz. El tiempo y su caprichoso juego me está volviendo a ofrecer aquello que un día perdí para que sea yo quien ahora decida si quiero o no retenerlo en mi vida.