miércoles, 21 de diciembre de 2011

Ocupación

Conversando con tus ojos aprendí que hay un vacío donde el silencio es calma. Encontré en ellos un todo que respondía a cualquier pregunta. Me quedé allí un ratito o quizás fueron años, no lo sé.




He escuchado muchas veces la expresión: "Quiero encontrar a alguien que me llene". Al parecer es el súmmum al que aspiran muchas personas en la vida. Hace algún tiempo me sentí un mero contenedor y decidí romperme en mil pedazos. Dejé de ser un recipiente en el que se deposita lo que los demás desean para ti o que recoge lo que ya no quieren consigo. En alguna ocasión, reconozco, incluso en sentido literal, por aquello de que naturaleza femenina dispone de cabidades que encajan a la perfección con protuberancias vistosas. Es curioso porque la naturaleza, caprichosa o no, tiene la tendencia de ocupar el máximo espacio. Como especie, hemos tenido que llegar muy lejos, hasta la Luna, para crear el vacío. La "conquista del espacio" tiene aquí diferentes acepciones, todas válidas, más si cabe tratándose del tema de las relaciones. Ese hueco, aunque vacío, también eres tú. Evolución e invasión, siguen siendo dos términos que, lamentablemente, todavía van unidos, legado de millones de años considerando lo extranjero una amenaza o una fuente de provecho. Dejar espacios libres se asocia a desaprovechar, un derroche que nadie se permite, mucho menos en esta cultura del acopio. Quizás por todo ello no resulte fácil caminar por el mundo con un cuenco entre las piernas, por esa tendencia natural a llenar.

Fue en un eclipse lunar cuando descubrí ese agujero negro al que me conducen tus ojos. Pero entonces todavía no sabía apreciar la importancia de la nada. Tu mirada navegaba esparcida por el cielo y de vez en cuando volvías al suelo, buscando su sombra. Esperaba a tu espalda el roce de tu cuerpo, como si necesitase unos brazos para delimitar el espacio que ocupo. Esa noche alineamos nuestros lunares y te oí decir tu primer te quiero. Ahí empecé a vaciarme, gota a gota fueron supurando todos los excesos, hasta reducirme a un simple yo. Un"te quiero" que nunca interpreté como pasional, sino de reconocimiento: quererte a ti. Había un destinatario al que estaba eludiendo. Fue horroroso quitarme de encima cosas que no eran mías. En ese amasijo cuesta ver qué parte es tuya y qué no. Vagué durante un tiempo perdida en la búsqueda de sensaciones que me hicieran sentir viva. Lo encontré en su ausencia: cuando dejas de sentir dolor y necesidad, ése es realmente el momento en que vives, el resto es supervivencia.¿Y si se equivocan? ¿Y si lo que necesitas es ese desapego que te proporciona la magia de ser tú mismo? ¿Por qué se busca alguien que ocupe tu corazón? ¿Es que esa persona no tiene el suyo?Ahora que no tengo nada y la nada me pertenece, me pierdo en tus ojos, sin importarme qué miras, porque ya no hay preguntas sin respuesta, ya no hay preguntas, solo una paz que me recorre mucho más allá de donde acaba mi vacío.