martes, 10 de junio de 2008

Días de Holi I

Hago memoria tratando de convencerme de que el verano pasado tampoco estuvo tan mal.


Mi primera aventura empezó como empiezan todas: yendo a un concierto que nunca puedo escuchar, esta vez en Rosses, esa fue la escusa que utilizó mi amiga para sacarme a patadas de casa. Iba disfrazada de ella y llorando por todos los rincones. Nos invitó a cenar el conductor y el apuesto argentino que habían traído para mí :S. De la cena a una disco y de allí, nos fuimos por piernas a otra en la que sí podíamos pagar. Aquella fue la noche en la que me robaron un beso.
Tardé días en hacer la maleta, me costó ayuda coger ese tren, sabía que a la vuelta me encontraría a un extraño.
Sola, en medio de miles de personas, me duché en vino mientras destilaba lágrimas de emoción por volver a sentir el clamor de tanta "disbauxa" (manda cojones que allí me sienta catalana).
Destapamos el recuerdo en un desván, él encontraba en mi mirada a la misma chica que pasados 17 años sigo siendo, reflejándome en sus ojos pude ver quién era y sigo siendo, me tenía totalmente olvidada!! Entre cachivaches y trastos viejos, prometimos encontrarnos otros 17 años después.
Me encontré con el ex que cada año me preguntaba si aún seguía con él:
- ¿Cómo estás?
- Muy bien!!
- Me casé!!
- Me he separado!!
Compré por un euro una gorra que cambié por unas gafas que me cambiaron por un sombrero de cawgirl y un cubata, el trueque no estuvo mal. Me bautizaron como Jessie, mientras, Wody cantaba: "Hay un amigo en mi" y cabalgamos con nuestros carros de supermercado.
Hice las maletas y tras un horroroso viaje aparecí en Finestrat, no me preguntes cómo pero acabamos tomando café en una terracita de la playa vestidas con traje de noche: un camisón monísimo!
Me enfadé con Cortazar por haber permitido que muriera Rocamadour, así que lo arrinconé. Hice la maleta, me costó un montón cerrarla: desbordaba cariño por las costuras.
A mi vuelta, el ladrón volvió a la carga, se lo puse muy difícil pero hablamos hasta quedar afónicos, bailamos hasta descosernos, bebimos hasta no tener sed, nos sumergimos hasta quedar arrugados y reímos hasta llorar. La noche acabó en un ensimismado croisant cuando los rayos de sol marcaban mediodía. Esta vez tampoco se llevó el teléfono, pero me robó mucho más que un beso y le mandé un SMS de tonto pre-texto.
Escapaba de un grupo de ganaderos embelesados en la funda de licra blanca que embutía a la aspirante a encargada de charcutería, sí, todo un título, cuando me confundieron por relaciones públicas un grupo de chavalitos que me dieron cobijo y buena conversación. Le gané un cubata y su orgullo le llevó a perder un segundo. Pero la avaricia rompe el saco! Y por querer que me invitase a churros acabé desayunando en su casa.

(continuará)

1 comentario:

Mon dijo...

Todo esto, ¿en el transcurso de cuanto tiempo?

Denoto demasiados sentimientos que se atropellan y que quedan en la boca del estómago. El post tiene un ritmo muy acelerado.

Me ha gustado.

:)