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martes, 15 de marzo de 2011

Útero


Y el hombre aguardaba allí a ser parido. Latiendo en sus entrañas esperaba un mundo mejor para nacer. Aprovechaba ese tiempo para hacerse niño y olvidar todo lo ya aprendido. Cómo si no sobrevivir a tantos recuerdos que generan impotencia. Le entró la risa, una carcajada llena de espasmos imposibles de contener. "La costilla"- decía entre requiebros satánicos. Se le partió el pecho repitiendo una y otra vez que el barro ya estaba cocido y la costilla de Adán preparada. Con tanta algarabía empezó a gemir el útero. Quien ya había alcanzado el paraíso, tuvo de nuevo que nacer.

martes, 2 de septiembre de 2008

Satisfaction

"Nena, sabes lo serio que me tomo mi trabajo y ya conoces a estos esnobs… sé que suena un tanto extravagante, pero, si no lo haces tú, conseguiré a otra que este dispuesta a colaborar en mi último articulo". “Noooo, lo haré yo!!”. Él sabía muy bien como pedir las cosas.
Su interés en la escritura la había despertado, años atras, la infidelidad, necesitaba contar todos aquellos encuentros a hurtadillas. Ella descubrió su cuaderno: qué bien escribía! Desde ese momento ya no le importaba que volviese agotado, ya no tendría que inventar excusas para eludir el abrazo de sus piernas después de un duro día de trabajo. El carmín de sus camisas se fué borrando y la apatía le devolvió su libertad. Continuó con casadas pero una vez decidieron abandonar a sus maridos dejó de resultarle excitante. Probó agrupándolas de dos en dos, perdía protagonismo. Extranjeras, exnovias, paranoicas, maníaco-obsesivas… nada! Volvió a practicar el onanismo frente al espejo, demasiado predecible. “¡Igual es el escenario!!” Probó en coches, cabinas, jacuzzis, camas ajenas y colchones comunitarios. Al llegar a la "víctima" numero 53 sintió asco, tanta demanda de caricias le hacía sentirse hombre-objeto. Fue entonces cuando creyó encontrar a la mujer de su vida, se plantó. Pero pronto la monotonía volvió a ahogar sus noches en pareja y tuvo la tentación de averiguar que había sido de ellas. Todas estaban muertas: de celos, de rabia, por desaliento, indiferencia... TODAS. Aquello le excitó enormemente. Su fiel admiradora, atormentada por los celos que le provocaba su pasado, quiso agradarle una vez más. El inapetente escritor encontró lo que realmente le ponía tras alcanzar el estrellato con su artículo de necrofilia: el éxito.

jueves, 28 de agosto de 2008

Escrito en piel

Mis faldas se han vuelto largas, mis uñas cortas, no reconozco el color del carmín.

Recuerdo las historias que leías en mi cuerpo escrito en Braile, cómo en algunas de mis letras te atrabancabas haciendo de la tatamudez una perfecta coreografía de danza. Las palabras no se agotaban y atropellándose hacías del final, punto y seguido. Aquellas tardes arrancan mis últimas lágrimas, únicas gotas que rozan mi piel. Y mientras me escamo por la sed de tus caricias, el vientre se me retuerce añorando tu latir en mis entrañas. La arcilla se va agrietando y se desquebraja. Me desinflo i deshidrato. Ya no brilla tu mirada, ni hace eco tu risa, ni busca tu olfato mi perfume. Tratando de que sigas la lectura te pasas de renglón y confundes sin pasión, compasión con desahogo. Abandonas, alfarero, tu torno por cincel y dibujas sostenidos inspirándote en los libros. Mi cuaderno se repite y las hojas se apelmazan. Tras tus anteojos abanza la aridez de tu mirada que yerma todo mi ser. Ay, cómo duele, mi querido lector, tu alexia en mi piel.

martes, 22 de julio de 2008

Lloraba


Erase una hombre-niño que lloraba por los poros y lo hacía con ganas, buscando en la calidez de un cuerpo consuelo y destino. Anhelando un seno materno del cual nutrirse. Buscando un hueco para volver a la vida. Golpeándose contra el otro cuerpo, castigándose con una mujer-piedra. Se buscaba y lo hacía con ganas. Y se miraba en espejos-libro queriendo iluminarse sin ser consciente de lo mucho que ya brillaba. Se sinceraba mintiéndose a sí mismo de que era lo único que podía hacer. Y qué bien se mentía diciendo que no le importaba nada. Sabía que un día retomaría su vida, pero prefería hacerlo mañana. Y aturdía entre humo sus ideas en busca de claridad. Y empezaba su vida sintiendo que había dejado escapar su oportunidad mientras postergaba el encuentro con su camino. Mañana, será mañana. Sus ojos contaban lo que sus labios no podían decir mientras los sellaba con los míos. Yo atendía su llanto secándole las lágrimas de su cuerpo, un sudor cálido y limpio. Mañana, te irás mañana.