Padezco de risa contagiosa. Sí, no se ria usted, resulta muy desagradable. Todo aquel que se encuentra conmigo hace un gesto de desagrado y mira hacia otro lado. Algunos se tapan la boca por temor, otros por cautela no me dan la mano. Me ocurre desde aquel abrazo, una fría mañana gastaba mal humor en la tienda de abajo...
domingo, 14 de diciembre de 2008
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