Mis niños están de permiso con su padre y ya me he preocupado de garantizar que a Los Otros les estén protegiendo de la mejor forma posible. (Seguro, Ana! No has recibido ningún SOS).
La abogada me ha dado un tiempo de permiso en el que me voy a olvidar que estoy naufraga en un limbo jurídico.
El amor de pareja está ahí a fuera, accesible, disponible. El amor- estabilidad ya no lo busco, ni lo ansío, ni lo quiero! Y el amor-conquista-lascivo me espera.
La familia bien, a-dios-gracias.
Los amigos ya se han cansado de solicitar audiencia y a los conquistadores a los que se la concedo no lo tienen en cuenta porque ya ni se lo creen.
Me he regado en alcohol hasta embriagarme si vuelvo a oler un perfume. He bailado, brincado y trotado hasta desfallecer. Me he alimentado de sol y yodo llenando toda la despensa. Exclusivamente salgo de noche, a escondidas, en busca de alimento. Me han provisto de un saco de orgasmos que me aseguran resistir hasta el invierno.
Es verano y la ciudad se ha parado, las únicas coordenadas que tengo son las que indican la tapa de mi móvil: 24-07-08 2:30h. Unos dígitos que van rotando sin que me aporten la más mínima información, símbolos inestables que siguen caminando por inercia.
Solo doy el parte de novedades vía MSN al periodista de turno que me tira de la lengua cuando le respondo con haches. Estoy muda y todas las palabras que tengo son para mi novela. Estado: “Ausente”.
El teléfono únicamente suena de día, mientras estoy durmiendo y no se ni lo que contesto (posiblemente: "Degaya, digame?"). Respondo a los mensajes y llamadas perdidas de forma muy eficiente pulsando: “borrar”. El timbre de mi casa solo lo toca quien va a la caza y captura de una misera comisión (pobre) que si depende de mí, no cobrará.
Ya hace tiempo que no recuerdo lo que es una televisión y la radio me suena a ruido. Únicamente escucho los capítulos de campanadas que ding-dongnea la torre. Así como el piar de los pájaros augurando el amanecer, señal de que me he de acostar para que el sol no me desvele. No permito que me susurre ni el aire acondicionado.
Hasta aquí no llegan periódicos ni noticias porque la única página que se abre en mi pantalla guarda silencio, es contingente o un lienzo digital.
Me concedo descansos para vaciar el cenicero, reponer la botella de agua, quemar otra vela y eliminar impurezas.
Estoy pariendo una novela. Seducción y maternidad, protección y búsqueda de sentido, aderezado con altas dosis de erotismo espiritual. Lleva por bandera la palabra amor escrita en mayúsculas sin que aparezca, en ningún momento, una pareja de enamorados. Se augura un final feliz.
La abogada me ha dado un tiempo de permiso en el que me voy a olvidar que estoy naufraga en un limbo jurídico.
El amor de pareja está ahí a fuera, accesible, disponible. El amor- estabilidad ya no lo busco, ni lo ansío, ni lo quiero! Y el amor-conquista-lascivo me espera.
La familia bien, a-dios-gracias.
Los amigos ya se han cansado de solicitar audiencia y a los conquistadores a los que se la concedo no lo tienen en cuenta porque ya ni se lo creen.
Me he regado en alcohol hasta embriagarme si vuelvo a oler un perfume. He bailado, brincado y trotado hasta desfallecer. Me he alimentado de sol y yodo llenando toda la despensa. Exclusivamente salgo de noche, a escondidas, en busca de alimento. Me han provisto de un saco de orgasmos que me aseguran resistir hasta el invierno.
Es verano y la ciudad se ha parado, las únicas coordenadas que tengo son las que indican la tapa de mi móvil: 24-07-08 2:30h. Unos dígitos que van rotando sin que me aporten la más mínima información, símbolos inestables que siguen caminando por inercia.
Solo doy el parte de novedades vía MSN al periodista de turno que me tira de la lengua cuando le respondo con haches. Estoy muda y todas las palabras que tengo son para mi novela. Estado: “Ausente”.
El teléfono únicamente suena de día, mientras estoy durmiendo y no se ni lo que contesto (posiblemente: "Degaya, digame?"). Respondo a los mensajes y llamadas perdidas de forma muy eficiente pulsando: “borrar”. El timbre de mi casa solo lo toca quien va a la caza y captura de una misera comisión (pobre) que si depende de mí, no cobrará.
Ya hace tiempo que no recuerdo lo que es una televisión y la radio me suena a ruido. Únicamente escucho los capítulos de campanadas que ding-dongnea la torre. Así como el piar de los pájaros augurando el amanecer, señal de que me he de acostar para que el sol no me desvele. No permito que me susurre ni el aire acondicionado.
Hasta aquí no llegan periódicos ni noticias porque la única página que se abre en mi pantalla guarda silencio, es contingente o un lienzo digital.
Me concedo descansos para vaciar el cenicero, reponer la botella de agua, quemar otra vela y eliminar impurezas.
Estoy pariendo una novela. Seducción y maternidad, protección y búsqueda de sentido, aderezado con altas dosis de erotismo espiritual. Lleva por bandera la palabra amor escrita en mayúsculas sin que aparezca, en ningún momento, una pareja de enamorados. Se augura un final feliz.
Y no comieron perdices!